David Bisbal crea su propia editora musical. Encuentro la noticia en el blog de Alex de la Nuez, que está indignado. “Este payaso quiere cobrar por lo que sus ricitos y volteretas generan en forma de derechos de autor. ¡Para esto la SGAE quiere demandar a medio mundo!”, dice Alex. Es el mismo Alex de los Zombies y de Alex y Christina, el mismo que formó parte de Tequila. Como músico que lleva más de dós décadas en el negocio, Alex de la Nuez sabe muy bien qué significa esta noticia que parece tan inocente.
Bisbal no es compositor, es sólo intérprete. Aporta sus rizos, su voz y sus coreografías, pero sus canciones las componen otros. Cobra por los discos que vende según un royaltie que sospecho no será muy grande, según estipule el contrato que firmó con Vale Music al entrar en Operación Triunfo. Probablemente no gane gran cosa por cada disco vendido, menos incluso de lo poco que pagan normalmente las discográficas. Donde sí ingresa mucho dinero es con los conciertos, aunque no me extrañaría que Vale Music también sacase tajada de ahí. Ahora que la venta de discos ha bajado, muchas discográficas exigen por contrato parte de los ingresos de conciertos de aquellos artistas a los que lanzan.
Bisbal, como no compone, no cobra nada de los derechos de autor de sus canciones a excepción de un pequeño porcentaje –poco dinero- que recauda la entidad de gestión de los intérpretes: la AIE. No saca nada de todo lo que saca la SGAE cada vez que tocan su música en charangas de pueblo, cada vez que ponen sus discos por la radio o sus vídeos por la televisión. Tampoco cobra de lo que se recauda del canon del CD ni del porcentaje de autores de sus discos y ni siquiera recupera nada de ese 10% que se queda la SGAE de la taquilla de cada concierto que da. Hasta ahora.
En teoría, el derecho de autor es irrenunciable, no se puede vender. Sin embargo, se puede ceder un porcentaje de su explotación a una editora musical. Eso es lo que hará David Bisbal con los autores a los que interprete: les obligará a firmar una cesión de derechos con su editora, un porcentaje que dudo que baje del 50%, si quieren que él les interprete. De esta manera, los ricitos de oro de Bisbal también cobrarán derechos de autor.
Este tipo de trampas, donde el intérprete impone sus condiciones al autor, no sólo las hace Bisbal. Es algo habitual entre los artistas consolidados. También recurren a este truco televisiones y radiofórmulas, que muchas veces cobran porcentajes de derechos a través de editoriales musicales a cambio de números uno. El derecho de autor es irrenunciable, pero se puede realquilar.
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Bisbal no es compositor, es sólo intérprete. Aporta sus rizos, su voz y sus coreografías, pero sus canciones las componen otros. Cobra por los discos que vende según un royaltie que sospecho no será muy grande, según estipule el contrato que firmó con Vale Music al entrar en Operación Triunfo. Probablemente no gane gran cosa por cada disco vendido, menos incluso de lo poco que pagan normalmente las discográficas. Donde sí ingresa mucho dinero es con los conciertos, aunque no me extrañaría que Vale Music también sacase tajada de ahí. Ahora que la venta de discos ha bajado, muchas discográficas exigen por contrato parte de los ingresos de conciertos de aquellos artistas a los que lanzan.
Bisbal, como no compone, no cobra nada de los derechos de autor de sus canciones a excepción de un pequeño porcentaje –poco dinero- que recauda la entidad de gestión de los intérpretes: la AIE. No saca nada de todo lo que saca la SGAE cada vez que tocan su música en charangas de pueblo, cada vez que ponen sus discos por la radio o sus vídeos por la televisión. Tampoco cobra de lo que se recauda del canon del CD ni del porcentaje de autores de sus discos y ni siquiera recupera nada de ese 10% que se queda la SGAE de la taquilla de cada concierto que da. Hasta ahora.
En teoría, el derecho de autor es irrenunciable, no se puede vender. Sin embargo, se puede ceder un porcentaje de su explotación a una editora musical. Eso es lo que hará David Bisbal con los autores a los que interprete: les obligará a firmar una cesión de derechos con su editora, un porcentaje que dudo que baje del 50%, si quieren que él les interprete. De esta manera, los ricitos de oro de Bisbal también cobrarán derechos de autor.
Este tipo de trampas, donde el intérprete impone sus condiciones al autor, no sólo las hace Bisbal. Es algo habitual entre los artistas consolidados. También recurren a este truco televisiones y radiofórmulas, que muchas veces cobran porcentajes de derechos a través de editoriales musicales a cambio de números uno. El derecho de autor es irrenunciable, pero se puede realquilar.
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