28.10.05


La web Halloween USA, explotada por la gigante compañía de tiendas de regalos Gags & Games Inc., pregunta al internauta: «¿Quién serás este año?». Y le ofrece un amplio surtido de disfraces: el atuendo negro de Darth Vader, el chándal amarillo de Uma Thurman en Kill Bill, el traje fantasioso de Johnny Depp en Charlie y la fábrica de chocolate... El lunes por la noche, miles de jóvenes estadounidenses y de otros países festejarán de esta guisa la noche de Halloween, lo cual, atendiendo estrictamente al origen de la fiesta, resulta tan absurdo como ir a una boda en bañador.
El punto carnavalesco de la fiesta de Difuntos es uno de los aderezos recientes e infundados que ha añadido a esta fecha la cultura estadounidense, como lo son la presencia de vampiros y brujas; por el contrario, sí ha respetado la fecha y tradiciones como la del aguinaldo. Lo mismo da: tan convincente es su maquinaria mediática y comercial que medio mundo cree sin rastro de duda que el Halloween es tan yanqui como el 4 de julio.
Pero en los últimos años ha calado, incluso en Canadá y Estados Unidos, la idea de recuperar la esencia de la fiesta, así como su origen (celta) y su nombre (Samaín).
La noche del 31 de octubre, el pueblo celta celebraba el fin de la estación cálida (sammas, palabra que recuerda al vocablo inglés actual, summer) con una gran asamblea que tenía tres vértices diferenciados: por un lado, discutían asuntos legales; por otro, hacían juegos y cantos bárdicos; y, finalmente, celebraban un gran banquete ritual en el que paladeaban los manjares porcinos. Ya entonces la cita se asociaba a los muertos, puesto que los encuentros de los celtas tenían a menudo por escenario el cementerio de la comunidad. Así nació el gran símbolo del Samaín -y del Halloween-: la calavera, los restos del muerto; el cráneo se convirtió, en la versión lúdica, en una calabaza vacía, y el alma que todavía residía en él se materializó con la luz de las velas. El culto a los muertos ha perdurado en naciones diversas, como una fiesta pagana de gran arraigo. Nada la borró del mapa; tampoco los intentos, durante la Edad Media, de cristianizar la fecha con el día de Todos los Santos: todavía hoy, ésta queda eclipsada en el calendario por la tradición y la popularidad de la jornada de Difuntos.
Los pioneros La historia detallada de la fiesta está en el libro Samaín: a festa das caliveras, de Rafael López Loureiro. El autor es, además, el promotor de la Asociación de Amigos do Samaín de Cedeira, colectivo que se jacta de ser pionero en Europa en la recuperación de las esencias celtas del Samaín, con una celebración anual desde 1989. «A tradición perdeuse en Europa ata que a recuperamos en Cedeira», explica. «Ultimamente estanse a producir réplicas con festivais en Francia, Irlanda...». En Galicia, el conocimiento del origen del Samaín se extiende veloz por diversos medios, especialmente el educativo.
Decenas de colegios organizan por estas fechas talleres de confección de calabazas, maquillaje y otras actividades lúdicas para los niños. El interés del público infantil por los entresijos de la fiesta va más allá del horario lectivo. En una asociación vecinal de Ferrol tienen ya medio centenar de jóvenes apuntados a la actividad. Los fruteros de la ciudad están acostumbrados a despachar cientos de calabazas para la fiesta; en zonas más rurales, las ponen a disposición de los pequeños muchos propietarios de huertas fértiles. Son síntomas de que la noche de difuntos consolida el interés por el modelo autóctono. Por aquí hay más calabazas huecas e iluminadas con velas que disfraces de Darth Vader.
Fuente: La Voz de Galicia

Posted by Publicado por Guille en 23:56
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