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El gesto que Boruc, portero polaco del Celtic, hizo ante el Rangers aviva la guerra de religiones.

Lo que en muchos estadios pasa por ser un gesto de lo más corriente y que pasa prácticamente desapercibido por parte de los espectadores, santiguarse, en Escocia puede provocar todo un escándalo. Y más si este gesto se produce durante un partido de la máxima rivalidad entre el Celtic, el equipo de los católicos, y el Rangers, el de los protestantes.

Y eso es lo que pasó en febrero pasado. Artur Boruc, portero polaco del Celtic, fue amonestado por las autoridades por atentar con este gesto contra el orden público durante el partido, celebrado en el estadio de Ibrox. La fiscalía de la Corona calificó el gesto de persignarse “provocativo”, dijo que había causado un alboroto en el estadio y amonestó al futbolista, a quien pudo haber procesado.

Seis meses después de que ocurriera este hecho, la Iglesia católica ha roto su silencio para tachar de “lamentable” la amonestación a Boruc, dado que “la señal de la cruz está aceptada globalmente como gesto de reverencia religiosa”. El portavoz católico, Peter Kearney, agregó que persignarse es un gesto “muy habitual en el fútbol internacional”.

Esta circunstancia no ha hecho más que avivar la guerra de religiones en Escocia, “uno de los pocos países del mundo en que un simple gesto religioso se considera delito”, según Kearney.